“RULO” YAÑEZ, DESDE LOS RECUERDOS...
Hubo
una vez, décadas atrás, más de 6, en que
empezamos a militar entre los aspirantes de la Acción Católica Argentina, en
la que desde muy chicos fue nuestra parroquia, la de Santa Teresita del Niño
Jesús, enclava por entonces en la calle Berutti al 300, con la capilla del
Colegio La Inmaculada
como epicentro; y con “las casa”, adyacente, de dos plantas, al 343 de esa
arteria.
Los
sábados por la tarde era el momento de las reuniones (más prolongadas o más
cortas) de un numeroso grupo de niños de edades similares, no pocos de los
cuales ya estaban identificados como monaguillos.
Desde
entonces, podría decir, aunque algunos recuerdos aparezcan borrosos, conocimos
a “Rulo”, varios años mayor, en esa instancia en que algunos calendarios más
marcan la diferencia. El estaba, como otros amigos que lo fueron desde
entonces, en la sección “jóvenes” de la ACA.
Pero sabíamos, aunque los temas fueran distintos (por razones
de edad), de sus actividades; pues eran referentes en un mismo objetivo, el
apostolado asignado a la Acción Católica
en esas épocas, como institución rectora en el movimiento de los laicos.
Al
margen de eso, lo esencial, sabíamos de la participación de los mayores en un
equipo de fútbol (el deporte también fue un vehículo para atraer adhesiones).
“Rulo” era centrofoward, esto es un “9” ,
de esos de estilo por aquellos años.
El
paso pronto de los años, que nunca se detiene, como el avance inexorable de las
agujas del reloj, hizo que “Rulo” se
convirtiera en novio primero y en esposo después, de Elbita Albertini, que no
sólo era quien entonaba el recordado Ave María de los casamientos y alternaba
con Graciana Faure en el armonio, sino que personalizaba esa relación de
amistad que (basada en el mutuo acercamiento de la generación) que se
acentuaría y se prolongaría para toda la vida.
Como
suele suceder (y este caso no fue la excepción) los caminos transitados se
bifurcaron, por no poco tiempo, en actividades disímiles y escenarios
diferentes. “Rulo” en la recordada Casa Herro; nosotros ejerciendo el
periodismo, aquí y en otros lugares.
Sin
embargo, hubo un punto de encuentro, en trayecto cada uno hacia sus cotidianos
quehaceres, allí por la calle Güemes. Hubo, así, un momento, en el ´89, que por
sus connotaciones nada comunes, nos quedó como marcado a fuego en el corazón.
Cuando
por espacio de unas cuantas semanas fuimos, muy temprano, a rogar por la salud
de María Inés, en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, nos encontramos con
“Rulo”, cada mañana. El, uniéndose a nuestra plegaria. No fue un hecho menor
para nosotros. Porque nos renovaba la esperanza cada día, sintiéndonos
acompañados en ese duro instante.
Había
avanzado el tempo, desde aquellos años ´40 y ´50, cuando, domingo tras domingo, lo encontramos
en el viejo estadio de Avenida Colón y Angel Brunel, siguiendo a Olimpo. Lo
hacía, él, en la tribuna, entonces de tablones, que daba espaldas a la avenida,
junto a su entrañable amigo Aldo Ucar. Esa pasión por el oro y negro nos acercó
también, por años, un tantos más. También, saberlo identificado con la Asociación Bahiense
de Básquetbol, de cuyo consejo directivo formó parte.
Hubo
un día, 12 años atrás, en que nos sorprendió una triste noticia. El 27 de
octubre del 2000, impensadamente, “Rulo” se fue, para gozar de la Gracia Eterna que tenía
prometida. Apenas tres meses antes, el Cielo
nos había llevado (como había pasado el 9 de septiembre de 1989 con
María Inés) a otro de los amores
inigualables que nos dieron la vida y la familia.
Desde
entonces, en esa fecha del décimo mes del año, elevamos nuestra oración,
acompañando a Elbita y sus hijas en la evocación, sabiendo que él, como los
seres más queridos que están en el lugar que les estaba reservado, intercede
por nosotros.
Este
sábado (27), de visita familiar en Neuquén, no estaremos en Santa Teresita, en
la misa de las 7 de la tarde. Pero sí unidos a la familia de Roberto Yañez,
“Rulo”, a quien recordamos, imborrable, con todo el afecto.
Luis
María Serralunga
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