SEGÚN PASAN LOS AÑOS… Y LA VIDA

Homenaje a “Chela” y “Nelly” Serralunga Zatti, docentes ejemplares. Y el punto de partida para una vocación. Hectógrafo, imprenta casera. En él, primeros ensayos de un editor. Dicen, y algo de cierto debe haber, que hay un tiempo para cada cosa (¿o una cosa para cada tiempo?). Lo que sí hay es un momento, no importa ni cuándo ni dónde, en que, impensadamente, uno piensa en cosas que creía olvidadas. Este es uno de esos instantes. Ni siquiera tiene una fecha exacta, pero sí una muy vaga imagen de las horas (los días; los meses; los años) que se fueron. Corría el ‘54 de los años 1900. Una tarde, en la calle Terrada 74, dos tías mías –“Chela” (Ana María) y “Nelly” (Nélida Esther)– hermanas de “mi viejo”, y por esa razón Serralunga Zatti como él, me ayudaron a imprimir, de los dos lados, una pequeña hoja (mitad de lo que es una A4 en términos de hoy). Estaba dedicada a enunciar, con pequeños párrafos, algunos de ellos recuadrados, actividades de lo que se conoci...