¿NO SERÁ HORA DE CAMBIAR LAS COSAS… O LAS PERSONAS?

Breitenstein y Bevilacqua: ¿out?. ¿Elecciones municipales también para intendente?.
La población de Bahía Blanca tiene una especial característica: su marcada indiferencia ante hechos que son generalizados y que no tocan a alguien en particular. Cada uno preserva lo suyo (por aquel “a mi no me tocó”) y mira de soslayo cuando algún hecho parece desbordar ciertas posturas cotidianas.
Pero todo tiene un límite y
cerca de eso parece estar, aún desde la particular manera de ver las cosas
“bahiense”, el espíritu de la gente.
Hace poco más de un año,
cuando el reelecto intendente (Cristian Breitenstein) no se presentó a jurar su
cargo (nuevo mandato), en diciembre 2011, y optó en cambio por asumir un
ministerio en el gabinete de Daniel Scioli, en la cartera de Producción, Ciencia
y Tecnología bonaerense, no fueron pocos los que sintieron algún alivio.
Aún desde la transitoriedad
del reemplazo (urdido cuando por meses se negó esa posibilidad), algunos ojos
vieron con complacencia la asunción de Gustavo Bevilacqua.
En ese momento, pareció encarnar alguna manera distinta de ver y hacer las cosas. Prometió racionalización –eso siempre “cae” bien– y transparencia.
En ese momento, pareció encarnar alguna manera distinta de ver y hacer las cosas. Prometió racionalización –eso siempre “cae” bien– y transparencia.
Sin embargo, a poco de andar,
otra fue la cosa. Su decir impresionaba bien; sus acciones, poco tiempo
después, demostraron otro espíritu.
El crédito a favor, quizás, se
lo dio la rescisión del contrato con Plaza, en busca de modificar, casi de
raíz, un servicio público –el de transporte de pasajeros– en notoria crisis
(pese a las promesas del Lord Mayor anterior) y con visible perjuicio para los
usuarios. Golpe de efecto, se diría.
Sin embargo, aparecieron
ciertos lunares: nuevos nombramientos (como el generado por la creación de la Jefatura de Gabinete); y el sonado caso de “carne para todos y todas”, que
marcó incluso el pase de un funcionario comunal (Rodolfo Morini) desde Alsina
65 a Sarmiento 12, para ocupar un escaño en el HCD; y otro, de esos que no
deberían ocurrir, como el cruce de Ramiro Villalba (duramente cuestionado),
cruzando la plaza para ubicarse en una banca.
No sería lo único, que
resultaría un “mentís” a aquella convivencia -que el interino quiso demostrar
reuniéndose con jefes de bloques o ediles- lisa y llanamente, en la que supuso
una actitud conciliadora que tuvo, también otra faceta concurrente: incluir a
un extra partidario (radical él, ligado más a Médanos que a Bahía Blanca, como
el propio jefe municipal transitorio) en Economía.
Intempestivo, sólo para
responder a expresas directivas de la presidenta, Bevilacqua canceló los
servicios de Covelia, instrumentando Sapem Ambiental, que todavía no se
“acomodó” a su responsabilidad y de ello hay reflejos en las calles.
El tema del estacionamiento,
con las modificaciones en ciernes (afán recaudatorio a través de un nuevo
esquema de poco explicable extensión de las áreas medidas y
sectores prohibidos) asoma como otro hito de una sucesión de medidas
personalizadas que no alcanzan a entenderse plenamente.
Entre medio de los “ires y
venires”, el urticante tema de las viviendas ocupadas en barrios sin terminar; y
la instalación, ahora, de un campamento cada vez más numeroso en el corazón de
la ciudad, son algo así como la gota que ha rebalsado el vaso de la paciencia.
La calle, no siempre reflejada
en opiniones (porque ciertos medios minimizan las cosas a favor de los respaldos
publicitarios que reciben) empieza a impacientarse.
Ya no se ven con tan buenas
miradas las actitudes del gobernante de turno; mucho menos las de algún
colaborador inmediato, que se pronunció “amenazando” a ocupantes de casas,
urgidos de ver satisfechas sus necesidades habitacionales.
Ronda, por allí, cierto
convencimiento respecto de la urgencia de cambiar algunas cosas: que
Breitenstein renuncie (no dio cuentas del sonado caso Coprotur); y que, tal
cual lo marca la Ley Orgánica de las Municipalidades, se convoque a elecciones
para nominar el intendente que complete el mandato que debía ir del 2011 al
2015.
Puede suponerse como
apocalíptica una voluntad así expresada. Al fin de cuentas, quizás sea, si la
idea se “multiplica y desparrama”, el principio de algo más saludable. Aún
desde su particular manera de ver la cosas, puede ser que la población bahiense lo merezca.
Nota del editor
El fárrago de cosas que van exigiendo cambios ofrece, a
cada día, nuevas alternativas para reclamar que se vayan tanto Breitenstein
(renunciando) como Bevilacqua (ocupando tal vez su banca -"carguito"- de edil o volviendo a
Médanos, donde fue concejal).
Rubén Valerio, que discurre sobre obras como si las
pagara él (porque lo hace a sabiendas que no se harán) habló de pavimentar 400
cuadras. Nos “huele” a promesas electorales del ex presidente Néstor Kirchner, años atrás, en campaña por aquí.
Se dijo, además, que se terminarán 200 viviendas para
entregarlas. ¿No pudo hacerse antes y evitar la ocupación primero y el “campamento”
ahora?.
Y nos había quedado sin citar el “boletazo”, establecido
por decreto tiempo atrás.
Desde Alsina 65, todo es posible; menos, dejar de faltarle
el respeto a la gente…
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