UNA INDUDABLE PUJA DE PODER
Buenos Aires (Télam, por
Alberto Dearriba).
Cuando Hugo Moyano logró el
jueves (21) por la tarde un expeditivo acuerdo del 25,5 por ciento
con el titular de la entidad empresaria
del autotransporte de carga
(FADEEAC), Luis Morales, no pocos argentinos comenzaron a preguntarse si era
necesario acogotar al país para acordar luego aceleradamente un incremento que
no es mayor que el pactaron otros gremios, sin conflicto alguno.
El aumento que logró Moyano
después de poner el país patas para arriba ronda la media de las paritarias (24
por ciento) y tiene incluso algunas desventajas relativas sobre otros acuerdos.
Los camioneros percibirán en
julio un 12,5 por ciento más que ahora; en noviembre, un 7 por ciento; y
en marzo de 2013, un 6 por ciento. Cuando cobren en diciembre un 19,5 por
ciento más que hoy, los metalúrgicos y los obreros de la construcción estarán
percibiendo una mejora del 24 por ciento.
En demanda de un 30 por ciento,
los camioneros fueron primero a un paro que afectó el transporte de
caudales y luego estrangularon al país con el bloqueo al transporte de
combustible, cuando la patronal ofrecía sólo el 21 por ciento.
Sin embargo, en un trámite
exprés, Moyano y Morales partieron la diferencia en la tarde del jueves y el
titular de la CGT
levantó el paro que para entonces amenazaba con un estallido inimaginable.
El viejo aliado del gobierno
convocó, en cambio, a un paro nacional para el miércoles y a una movilización a
la Plaza de
Mayo.
Pero más allá de la
efectividad que tendrá esta medida, difícilmente produzca la sensación de ahogo
de la falta de combustibles. Muchos juzgaron que se trató, en verdad, de un retroceso
del dirigente cegetista.
Para entonces, el gobierno
había dictado primero la conciliación obligatoria; presentado una denuncia
penal contra los Moyano por amenazas, coacción y entorpecimiento de un servicio
público; otra denuncia contra el titular de la Fadeeac , amenazado con
aplicar la ley de abastecimiento; sancionado al Sindicato de Camioneros con una
multa millonaria; y enviado a la
Gendarmería para que facilite la salida de camiones cisternas
de las destilerías.
Todo en el marco de una
escalda verbal por los medios de comunicación en la que Hugo Moyano calificaba
de soberbia a la presidenta; de inútiles a los funcionarios; y comparaba al
gobierno con una dictadura.
¿Cómo se había llegado a ese
nivel de enfrentamiento entre aliados que juntos establecieron un modelo
político-económico que favoreció, obviamente, a los trabajadores y a la acción
gremial de sus dirigentes?.
Más allá del reclamo salarial
-que finalmente se arregló en diez minutos- y de la exigencia de elevar el
mínimo no imponible del impuesto a las ganancias sobre los salarios, un
indudable tironeo político fogoneó la ruptura definitiva.
Moyano sabe que la presidenta
no le reglará una decisión que tiene en carpeta y embiste enceguecido contra un
gobierno que fue el suyo.
En realidad, el dirigente
camionero nunca tuvo con Cristina Fernández de Kirchner el nivel de
entendimiento que tuvo con Néstor Kirchner.
Cuando el ex presidente murió,
el diálogo se complicó. Pero hizo eclosión en vísperas de las últimas
elecciones nacionales, cuando el titular de la CGT reclamaba puestos en las listas de candidatos
y hasta la candidatura a vicepresidente de la Nación para uno de sus hombres, el diputado
Héctor Recalde.
Disconformes con los puestos
que se le adjudicaron, Moyano fue tomando cada vez más distancia del gobierno.
Tras la reelección de Cristina, las posiciones se tornaron irreconciliables.
El fogoso dirigente sindical
había decidido saltar del sindicalismo a la política, y le disputaba el poder
un tanto descomedidamente a la propia jefa de estado. Ella fue votada masivamente
para presidir el país, y él para comandar la CGT.
No es casual, además, que el
primer paro nacional en nueve años fue realizado a pocas semanas de la elección
de autoridades en la CGT ,
en la que Moyano marcha junto a dirigentes sindicales de baja opinión en la
sociedad e intragables para el kirchnerismo.
Como si esto fuera poco, de
haber sido satanizado por los medios hegemónicos, el titular cegetista pasó a
ser estrella en los programas políticos de canales opositores.
En suma, parece obvio que las
razones esgrimidas para semejante conflicto, aunque legítimas, sean en realidad
el meollo de la cuestión.
Comentarios
Publicar un comentario