DE DOS EXPERIENCIAS FALLIDAS Y UNA ASIGNATURA PENDIENTE


Eduardo Serralunga

Había escrito un comentario, en la madrugada de este frío miércoles 6 de junio, víspera del Día del Periodista. Era a propósito de que Eduardo (mi hijo), en su blog (http://guarricosas.blogspot.com/), ha recordado la Lexikon 80; las hojas de diagrama en las que yo “diseñaba” (sin los conocimientos de arte de los entendidos de hoy), las páginas de mis periódicos de la región (“Tornquist”; “Villarino”; “La Noticia”, “La Semana” y “Pregón”). Eso de diagramar lo había aprendido, como otras cosas, en el matutino de Bahía, donde mi “meteórica” carrera no gustó a otros y tuve que irme. He dicho, sin desmentir que marcó mis inicios, cosas que pasaban en el diario, más que centenario hoy, donde formé parte de la nueva generación que accedió a cargos ejecutivos (periodísticamente hablando) en la década del ’60.

Estuve allí del ’57 al ’72 y me fui (hace 40 años en estos días) harto de las injusticias a las que nadie ponía coto, bajo el pretexto de una dedicación que “obligaba”, sin retribución acorde, a una tarea por la que, desde la otra parte, no se cumplía con el acuerdo establecido (a mayor responsabilidad, mejor paga).

Recuerdo sí la pobreza de argumentos a los que echó mano quien habló conmigo para reclamarme que dejara de editar mis hojas regionales “a cambio de nada”. Por eso me fui y sólo basta una terminante aclaración: afuera, a riesgo sí, ganaba cuatro veces lo que me pagaban en el diario.

Si no me fue demasiado bien, andando sólo tres años, fue porque un “gobierno”, el de ese momento (1975) generó el desastre económico de ese año; y, además, ya para entonces, en Villarino, el ejecutivo comunal había hecho lo imposible por silenciar “la voz” de mi periódico, que llegó a editarse diariamente en el ’74. Les molestaba. Y también al gobernante de turno, el “Tornquist”, que hacía para el ámbito serrano.

El final de ese año aciago (’75) me obligó a aceptar un cargo en “El Chubut”, de Trelew” (1976/1977), ciudad donde también hice el noticiero de televisión.

Pero más que la historia, sintetizada, de distintos eslabones de una carrera, quiero referirme a dos hechos puntuales que tienen que ver con Neuquén.

Acreditado por ese ascenso, muy joven aún, a cargos (nunca recompensados), me llamaron desde lo que después sería “Sur Argentino”, emprendimiento de Don Felipe (Sapag, claro), antes de ponerlo en marcha.

El hombre, empresario pero de otros rubros (cosas de “turcos”, dicho esto con todo respeto), hizo primero aquello que tiene menor importancia para generar un diario: comprar máquinas (con dinero se encuentran en cualquier lugar), vetustas ya para la época. Y no atender a algo elemental: buscar recursos humanos (periodistas) que supieran de qué se trataba.

Y no estoy diciendo que lo mío era la excepción a la regla, aunque se le aproximaba bastante. Después de recorrer las instalaciones de la calle Fotheringam al 400 y también el departamento en planta alta que me asignarían, con más conocer el “ideario” del futuro editor (ni “jota” sabía él del tema) convine en preparar un proyecto y plantear mis aspiraciones económicas.

Así lo hice, vuelto a Bahía Blanca, y la carpeta “viajó” rumbo a la capital neuquina. Primer resultado: contrataron a otro para desplegar el proyecto “a menor precio”. Segundo resultado (y no por lo sugerido como programa de desarrollo): fracaso, pese a la “catarata” publicitaria volcada en el diario desde el gobierno provincial. Previsible, además.

Segundo ejemplo, 25 años después (y tras el segundo cierre obligado de “Villarino”). Acuerdo con un diario metropolitano para ir a Neuquén y trabajar en la “sucursal”, precisamente de la calle ya nombrada. Dos meses bastaron para comprobar que, fiel a su costumbre, la empresa capitalina no cumpliría su compromiso. Pero ya era tarde para lágrimas. Tuve sí, que soportar (fueron 14 meses) lo irreal de un diario manejado por satélite desde Buenos Aires; y llevado a la práctica con la “conducción” de “periodistas universitarios” en la mesa local de redacción. Resultado: un matutino ficticio que desmentía un día después lo que había “inventado” el día anterior.

Quiero, aún así, dar un detalle que pinta por si sólo como era la cosa (en mi “sector”): los “cronistas” deportivos (adictos a Internet, la NBA y el fútbol profesional de AFA), no iban a la cancha, sino a un segundo tiempo, para “buscar algún dato”, aunque en fútbol jugara Cipolletti el equipo que más talló (muy lejos de Olimpo, claro) de los que ha habido y “haberá” en la región valletana.

Además, por si eso fuera poco, en un diario en el que eran más lo que hablaban a Buenos Aires diariamente que aquellos que levantaban el tubo para buscar, aunque más no fuere, a algún dirigente deportivo local, esos ciertos “cronistas” se “reportaban” al jefe de deportes (porteño) de un diario que nunca tuvo deportes.

Fui, aún así, a un sudamericano de básquetbol a Montevideo, y al retornar comprobé que las crónicas enviadas casi no habían tenido lugar en el diario. Así era la cosa en esa fallida experiencia.

Luis Maria Serralunga
Dicho esto, largamente, no puedo sino recordar la efímera vida de “El Provincial Neuquino”; y la trascendencia notoria de “La Trastienda de la Información” (abortada, como ha dicho bien Eduardo, en el confuso mar de la política).

Cito esos dos ejemplos porque atesoro, para mis adentros, la esperanza de que alguna vez, y espero que no sea tarde, pueda llevar adelante esa “asignatura pendiente” que, periodísticamente, tengo con Neuquén, acompañado por Eduardo (mi hijo).


Luis María Serralunga

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA COMUNIDAD ECLESIAL PORTEÑA, EN ORACIÓN POR SU NUEVO PASTOR

EL MINISTERIO DE MUJERES, POLÍTICAS DE GÉNERO Y DIVERSIDAD SEXUAL DE LA PROVINCIA VISITÓ BENITO JUÁREZ Y BAHIA BLANCA

MONSEÑOR JORGE IGNACIO GARCIA CUERVA, NUEVO ARZOBISPO DE BUENOS AIRES