HISTORIAS PARA SER CONTADAS… O VERDADES QUE OTROS CALLAN…



Las exposiciones ganaderas en los medios. Negocio para algunos. Sólo más trabajo para otros.

Allá por los años ’60 y ’70 del siglo que se fue, era costumbre, en el multimedios de aquel entonces, la cobertura sin límite de los eventos ganaderos. Esos que, publicistas de la época, indicaban repetidamente como “la fiesta del campo en ciudad”, en el caso de esta Bahía Blanca.

Nada más lejos de la realidad, aunque por aquellos tiempos no hubiere la masiva propuesta del presente, con todo tipo de actividades para la gente.

El caso es que, para Villa Bordeu, el que fue diario –y no lo es hace rato– asignaba un desmedido equipo para la cobertura total de la exposición rural, por casi toda una semana. Incluso había periodistas “sacados” de su función habitual para acreditarlos para la rural, desde el ingreso de ejemplares; la labor de los jurados; la entrega de “cocardas”; el acto inaugural; y la etapa, más prolongada, de las subastas de los grandes campeones y de aquellos ejemplares que no lo eran.

Eso ocurría por un lado. También había enviados para Palermo, desde donde se trasmitía “in extenso”, con detalles de mínimo interés para los oyentes en general.

Pero el negocio era el negocio, para algunos, y eso se extendía, a las muestras de la región, en un calendario saturado de exposiciones que iban desde antes de Bordeu… y cuando largamente la Primavera había avanzado hacia el verano.

¿Cuál era la particularidad?. Desde los “pueblos”, más grandes o más chicos, informaban los “agentes noticieros” (¡corresponsales no!, porque eso ocasionó más de un dolor de  cabeza cuando algunos reclamaron pagos después).

Había unos pocos “entendidos” o más bien acostumbrados. 
La generalidad, eran neófitos totales, al punto de no distinguir entre un Aberdeen Angus o un Lincoln, por citar variantes extremas. Tampoco sabían si era un Corriedale o un Shorthorn, o algo parecido.

Así ocurría y era habitual que costara un perú descifrar qué querían decir los informantes. Además, claro está, se “vendían” las páginas, sin garantizar cobertura por “especialistas”, porque nunca los hubo y los que presumían de serlo, sólo iban a Palermo o Bordeu. ¿O no?.

No hace falta dar nombres. Hubo quienes, por décadas, sumaron con eso. Los demás, ¿acaso hay que explicar qué?.

Pero hubo más historias para ser contadas, calladas  con “silencio de radio” por otros, los más. Otro día la seguimos.  


Luis María Serralunga
Periodista desde 1957

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