CON LA MIRA EN LAS PRIMARIAS
La importancia inusual de las PASO.
Intentos por unir fuerzas, pero con no pocos bemoles. Alguien que quiere
“juntar cabezas”. Y también, quienes quieren llegar bien “alimentados” a las
instancias decisivas.
Las PASO, esto es, primarias
abiertas simultáneas y obligatorias, parecían, hasta no hace mucho apenas un
“pretexto”, como para llegar a un piso y conseguir el ticket para las
elecciones generales.
Andando el tiempo, sin
embargo, parecen estar destinadas a convertirse en algo con mucho más
compromiso para sus protagonistas.
Este cambio, si así fuere, se
produce a partir del convencimiento íntimo, de no pocos candidatos, sobre que
ya no valen las postulaciones aisladas. Aún con el fantasma de fallidos
intentos aliancistas no tan lejanos, casi todos están coincidiendo en la
necesidad de los frentes. Ninguna relación con el “des unen”, cada vez más
notorio.
La cosa pasa, poco más o poco
menos, por una “conjunción” (más forzada que otra cosa) entre distintas
fuerzas, conscientes, si cabe, de la probabilidad de un fracaso si las
aspiraciones, cuales quiera sean sus niveles, se producen en soledad.
Aquí, se lo admita o no
oficialmente, se sabe que el PRO (¿tiene acaso un líder que marque el rumbo o
hay una puja personal por serlo, entre los “pre”?); Integración Ciudadana; y la Unión Cívica Radical
habrían esbozado al menos el análisis de una unión, con el paso por las PASO,
que no es un juego de palabras sino que representa la alternativa de elegir
entre eventuales postulantes.
Puede ser entre Héctor Gay (le
han pegado duro desde el “larraburismo”, pero tendría como objetivo Alsina 65);
Raúl Woscoff, erl más tempranero en lanzar lo suyo (aunque con un sugestivo
silencio posterior); y Juan Carlos Cabirón (ex intendente 1963/1991), con
intenciones de volver a ser, muchos años después, otra vez el Lord Mayor.
Todo pasaría, claro, por una
primaria de la que surgiría el candidato (¿los que no lo sean brindarán su
apoyo? Para octubre. Menudo dilema, porque no hay tanto para repartir, si de
los legislativos se trata, entre tres fuerzas que, además, llevan adosadas
algunos adherentes.
Por ejemplo: si está el PRO,
está la Coalición
Cívica , la de “Lilita” (¿o tiene otro título a esta altura?,
con una banca en el HCD y algún interesado que espera en la “gatera” para
afrontar la carrera hacia Sarmiento 12 o bien, quizás, a la primera cuadra de
Alsina, cruzando la plaza.
Como la citada, habría otras
opciones o pretensiones, sobre todo pensando en que el PRO ya tiene, de por sí,
una estructura complicada, por instancias anteriores que están asociadas a
quienes no quieren perder el tren del 2015 (muy lejano el 2019). Una cita lo
explica casi todo: ¿qué harán los “denarvaístas” con anhelos a futruro?).
En ningún caso, y mientras
avanza el calendario, puede decirse que todo está decidido. Todo lo contrario,
cabría expresar.
Desde otro lado, el énfasis
puesto por Dámaso Larraburu en el lanzamiento de su “equipo” (por favor, ¡a
otro perro con ese hueso!) sugiere no desdeñar una suma de “voluntades” o
“adhesiones” al movimiento que lidera el hoy presidente de la Liga del Sur. Demostró, el
“precandidato” del Frente Renovador, algo así como el deseo de “juntarle la
cabeza” a cuanto “peronista” (de todas las épocas) ande suelto o enrolado en
alguna de las líneas.
Por supuesto que todo está, a
nivel de la ciudad (mucho menos, por extensión, en la “sexta”) muy lejos de
generar el “bipartidismo” de tiempos lejanos, que pueden recordar, casi con
nostalgia, aquellos que supieron de décadas de mitad del siglo que se fue.
Soñar no cuesta nada, dicen
algunos. En tanto, otros, más con los pies sobre la tierra, siguen en lo suyo.
El “cabironismo” se reúne todos los miércoles, a las 20, en el emblemático
comité de Donado 354. Pero después, como para llegar “juertes y jornidos” a lo
que se viene, van a cenar, como lo muestran (y esto no es casual) las imágenes
que ilustran esta columna. El movimiento se demuestra andando, pero eso del
“camino se hace al andar”, es mucho mejor bien alimentados.
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