MALA COSTUMBRE POLÍTICA Y MEDIÁTICA
Lo único importante es la salud
de Cristina.

Los aspectos “técnicos” de la
afección sufrida por la mandataria han sido explicados, en pormenores, por
todos los medios. Quizás, es cierto, haya faltado un informe más puntual y
preciso desde el ámbito de difusión de la Casa de Gobierno, acerca de toda la situación que
rodea a la jefa de Estado.
De todas maneras, lo único
importante en este caso y en este momento, es desear que la operación resulte un
éxito; y que la presidenta esté restablecida lo más pronto posible. Es el
factor humano el que debe prevalecer, por encima de las circunstancias políticas.
Y es a propósito de esto último
que no está del todo mal hacer alguna acotación, quizás sin rigor técnico
(desde las leyes que rigen el desenvolvimiento del país), pero so apelando al
sentido común, al fin de cuentas el único cauce con el cual las cosas se
transitan con el mayor grado de equilibrio posible.
A partir del conocimiento, en
cierto modo tardío, de la afección que sufre Cristina, se echa a rodar todo
tipo de conjeturas, las más de ellas fuera de lugar, fundamentalmente las que
nacían de las “dudas” trasmitidas por los medios, desde los comentarios de sus
panelistas.
¿Cómo debe ser el relevo y por
quién?, fue el interrogantes más escuchado o leído, por espacio de muchas
horas. ¿Acaso porque no se sabía como debe ser la mecánica?. Podría decirse que
no: la pregunta giraba en torno a la figura de Amado Boudou, el reemplazante
transitorio natural de la primera magistrada.
Desde ese ángulo, menudearon las
interpretaciones, lamentablemente equivocadas, en torno al ejercicio de la
presidencia por el vicepresidente de la Nación.
Los cuestionamientos en torno a
Boudou transitaron por todo tipo de vericuetos, situados virtualmente todos en
las causas judiciales que involucran al funcionario.
Ahora bien: ¿puede alguien,
cualesquiera sean las situaciones temporales, discutir la asunción de Boudou?.
Para nada.
Y no es el caso soslayar el
deterioro público de la imagen del “vice”. Pero debe tenerse en cuenta que no
hay razón para inhabilitar su acceso a la presidencia pues, aún cuestionado, le
ampara la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario.
Si en su momento (2011) su elección
como integrante de la fórmula fue decisión exclusiva de Cristina es harina de
otro costal. Pero por encima de eso, le avala el 54 por ciento de los votos
recibidos por el binomio presidencial en ese instante político. ¿Se cuestionó
acaso eso en las urnas?. Por supuesto que no.
Entonces, y no cabe otra, sería
bueno que los “sabelotodos” se callen por una vez la boca. Y rueguen, porque –a
esta altura- está en juego la salud de la presidenta. Y es lo único importante…
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