MABEL, A 79 AÑOS DEL DÍA EN QUE NACIÓ…
Recuerdos imborrables de toda una vida...
Como ella lo hubiera deseado, en la misa de la
tarde de este sábado (27), en la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús,
pedimos por Mabel, para que ella, muy cerquita de Dios, que se la llevó al
cielo el 12 de junio del año pasado, interceda por nosotros, su “pequeña
familia”. Rogaremos también, con la misma intención, este domingo (28), en la
misa de las 10 de la mañana, en el día en que cumpliría 79 años.
Nada fácil, imposible estaría mejor expresado,
asumir que, por primera vez, no estará aquí, en un día como éste.
Quizás como anticipo de esa ausencia repasé sus
cosas, en la tarde gris, nublada, del sábado.
Como si eso devolviera su imagen de tantos años compartidos, a lo largo
de medio siglo.
Encontré, como si no lo supiera, sus recuerdos, celosamente guardados, que
condensan la historia de nuestro íntimo núcleo familiar: las fotos, que evocan
los tiempos lejanos incluyendo aquellos de los que todavía yo no participaba,
antes del ’63, el año en que nos conocimos.
Infinidad de imágenes, que la muestran en su
primera juventud y también los momentos en que era una niña de enrulados
cabellos rubios.
Una belleza, de chica,
como anticipo de lo bonita que sería, ya joven; después novia; más tarde
esposa; después mamá; y luego abuela. Distintas etapas, pero con su sonrisa
intacta, perdurable, que fue el más fiel reflejo de su alma…
Escudriñando en pequeños cajoncitos, fui
observando, paso a paso, toda la vida; los chicos muy chicos; boletines de la
escuela; diplomas de egresados: tarjetas (una de más de 30 años, todavía con su
sonido musical) de todas las fiestas, presentes de nuestros 5 hijos, muy
especialmente dedicadas en el Día de la Madre.
Vi boletines de las escuelas; estampas de
primeras comuniones; las pequeñas fotos, chiquitas de carnet, de todos los
chicos. También, libros, en que los que fue abrevando para sostener la fe cristiana que la acompañó siempre y que
fue la enseñanza que trasmitió a nuestros hijos y al sol que llegó para darle
luz a nuestra vida: Renata.
Desde la que fue su mecedora, fui mirando cada
uno de sus recuerdos. Hasta me pareció mentira que hubiera guardado tantos y
tan bellos motivos para que, como un presagio, la tuviéramos presente a cada
momento.
Pude observar, después de tantas fotos y
pequeños escritos, el otro costado de sus objetos muy preciados, como sus
ropas; y entre ellas el “saco de piel” con el que se fotografió, a sus 18 años,
en la más bella imagen que hoy está en todos los rincones de la casa. Está
intacto, aunque pasaron 60 años…
Pude ver, en sobrecitos muy chiquitos, como
atesoraba recuerdos de toda una vida. Entre ellos, los que evocan un hecho muy
reciente, como el día en que, en la Plaza San Pedro, en el corazón de El
Vaticano, vimos y escuchamos a Francisco, el Santo Padre, cumpliendo ella su
mayor deseo de los últimos años: ir a Italia, la tierra de sus papás y sus
abuelos.
Se me fue la tarde, antes de ir a misa… y
recordarla después, en una charla, junto a Elbita (Albertini de Yañez) una
amiga de toda la vida.
Antes, de media mañana en adelante, la habíamos
tenido presente en una larga visita a la casa de Santiago (Boland) y su esposa
Adriana, mi amigo de toda la vida, al que si algo debo agradecerle
eternamente es que haya sido el que me
la presentó, una tarde, en la parroquia del Inmaculado Corazón de María, en
cuya iglesia nos casamos ante Dios, nuestras familias y nuestros amigos.
Ya de vuelta, y de noche, pude leer,
escapándoseme lágrimas a cada párrafo, la cálida semblanza que Eduardo hizo de
su mamá.
Haciendo una larga pausa, después, para
sobreponerme a tantas emociones agolpadas, intenté comprimir, en estas líneas,
los sentimientos que afloraron en las vísperas.
Es el inicio del 28 de febrero, de este
bisiesto año 2016. Mabel, el amor de mi vida, cumpliría hoy 79 años. Sólo
alcanzo a escribir que, como el primer día en que la vi, allá por 1963, es la
más dulce y hermosa mujer que Dios pudo poner en mi camino. La llevo, como y
para siempre, en mi corazón.
Luis María
BELLEZA RUBIA, CON RULOS…
ResponderEliminarCon el andar de las horas, después de este domingo (28), día de su cumpleaños, pude rescatar una imagen, ahora contenida en este blog, que pone en evidencia que, desde muy chiquita, Mabel era una belleza, que se acrecentó con el paso de los años. Sus rulos enmarcaban su cara bonita, tal cual se la vería después, siempre una hermosura...
Luis María