MABEL TENÍA UN SUEÑO Y LO CUMPLIÓ
Estuvo
en Italia, en noviembre del 2013.
Hace
hoy exactamente 2 años, por estas horas, abordábamos el vuelo que, desde la
estación civil Comandante Espora, nos dejaría un rato después en el Aeroparque
Jorge Newbery de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Un poco después,
cubriríamos el trayecto hacia el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Ya bien entrada la noche,
embarcamos en un avión de Aerolíneas Argentinas que nos llevaría a Fiumicino,
el enorme aeroparque de Roma, la Ciudad Eterna.
Hasta
allí, sería la crónica de un hecho para muchos una costumbre, habituados a los
viajes atravesando, una y otra vez, el inmenso océano, para recalar en el que
de chicos conocimos, sólo por los libros o los diarios, como el Viejo
Mundo.
Sin
embargo, para nosotros, no era, no fue y
no será, para siempre, un suceso aislado: en un corto lapso, de
alrededor de 24 horas, habíamos dejado Bahía Blanca y estábamos en Roma: era el
sueño de toda una vida para Mabel. El viaje acariciado por más de 70 años, para
conocer la tierra de sus antecesores (Macerata); la inigualable Plaza San
Pedro, en el corazón de El Vaticano, eje de la iglesia católica, apostólica y
romana, cuya doctrina, la de la fe, aprendió y siguió en todos sus dictados a
lo largo de toda una vida; y, ¿por qué no?, la famosísima Fontana de Trevi y el
majestuoso Coliseo Romano.
Por
la gracia de Dios; por la voluntad a toda prueba de Mariano y Ana que
insistieron en su propuesta y la “bancaron” en su amplia medida; por la ayuda
de Adrián, que nos equipó para el viaje; y con la perceptible alegría y emoción
de todos los demás, nuestros hijos, que sabían desde siempre del inocultable
deseo de su Mamá, estuvimos allá.
Inenarrables
las emociones vividas en cada momento y en cada lugar.
Hoy,
a dos años de la soñada partida, este breve recuerdo. Como si presintiera que un
año y medio después Dios la llamaría para vivir la Gracia Eterna, Mabel hizo el
viaje que soñó toda su vida. Volvimos el 27 de noviembre, exactamente dos
semanas después de la partida. Imposible describir con palabras lo que ella
sintió y atesoró, para la eternidad, en su corazón.
El video:
En algún lugar de la casa de Papá y Mamá estará el álbum de tapas blancas que atesora una prieta selección de la multitud de fotos tomadas durante esas dos semanas en la tierra de ancestros (los padres de Mamá, los abuelos de Papá). Particularmente, la visita a la región de Le Marche (donde se encuentra Macerata, como bien dice Papá). El bisabuelo José Serralunga era piamontés. Yo también alimenté durante años la ilusión de conocer Italia. Particularmente mientras estuve casado con una filia di marchegiani, como lo eran mis suegros, igual que mis abuelos Egidio y Aldovina. Adelinda, Italo y Mamá ya se fueron al Cielo. Yo ya sé que jamás pisaré Italia. Así lo he decidido. Los que conocen mi realidad podrán decir -con toda razón- que mi renunciamiento es algo así como negarme a ganar la lotería (más allá de que las probabilidades de sacarse un "gordo" siempre son escasas, mucho más para alquien que, como yo, jamás compra un billete). Pero después que el Alma de Mamá se fue al Paraíso y cuyos restos descansan en nuestra bendita Tierra Argentina siento que es justo y necesario que la última de nuestro linaje que haya pisado "la Italia" sea Mamá (con Papá, por supuesto). Ciao Mamma, addio Italia.
ResponderEliminarHermosísimo mensaje, Eduardo...!!!. Y no quieras saber, porque es imposible decirlo con palabras, la emoción que he sentido al ver la imagen de Mamá, cuando hablaba, brevemente, en la Plaza de San Pedro, nada más ni nada menos,. Ella merecía, más que nadie, ese honor. Y lo poco que dijo fue la síntesis, perfecta, de lo que sentía...!!!. Como si resumiera todo un sueño de toda la vida...
EliminarPapá
Luis María Serralunga