ESPERAR SENTADO… O TOMAR CALMANTE…

Llamados mecanizados. Encuestas que no se repasan. Call center en Tucumán, sin superiores ni jefes para responder algo que sirva. Reparaciones que se prolongan (“tiene que esperar”). Vaguedades, para que el “usuario” (¿cliente?) evite volver a “molestar” con preguntas. Estamos en el 2015.


Lunes (26), de esta semana que está concluyendo. Harto de intentar usar un servicio por el que pago todos los meses y no se me suministra como es debido, recurro a Telefónica (¿de Argentina?).

Me toman un reclamo, después de indagar sobre el origen del llamado y de proponer, como siempre, una encuesta, al final, que nunca servirá para nada. .

Citan un plazo de 72 horas (siempre es una excusa o dilación que tienen al alcance de la mano), pero piden un día y una hora por la eventual presencia de un técnico, si lo requiriese el problema que no resolverán.


Al día siguiente, martes (27), un llamado (mecanizado, obvio, para que nadie pueda ahondar en su respuesta). Consultan, con los clásicos 1 (si está solucionado) y 2 (si no está solucionado), si el problema ha sido resuelto. Marco 2 y se corta la comunicación.

Vuelven a llamar (miércoles 28): en rigor lo hace una máquina que “se dispara” (explican), sin ton ni son y a cualquier día y hora.

Consulto, aún intuyendo la respuesta, sobre el porqué de esos llamados. Me dice (no se sabe quien) que la señal no está llegando al sector de mi domicilio. Detalle importante en cualquier otra circunstancia que no sea la telefonía.

El jueves (29), a las 10, vencida la espera del arribo técnico que resuelva algo, llamo otra vez (¡iluso de mí!). El ignoto “agente” que atiende (una manera de decir), me da lo que se entendería, si fuera serio, como una aproximación al “cuadro de situación”.

Niega un par de minutos después, haber dicho lo que dijo, expresando que lo que expongo es una “info” equivocada. Corto.

Dos instantes después, me comunico nuevamente, al 0800-333-7733, opción 0.

Cortésmente, quien responde aclara que es erróneo el detalle sobre que “la señal no llega” y dice, en cambio, que solamente no responde a la velocidad asignada al servicio del que se trata. Aún así, aduce que recién a las 7 de la tarde vencería el “plazo”, fijado unilateralmente y no cumplido, para la reparación (que se prolongaría hasta el sábado 31). ¿…?.

Viernes (30), tipo 6 de la tarde, nuevo intento. Nueva enunciación de lo ya apuntado en llamados anteriores. Responde, es también una manera de decir, un tal "JG", desde el “call center” ubicado en Tucumán. No puede resolver desde allí, puntualiza (procurando una ironía que le queda grande), un problema de Bahía Blanca.

Indago sobre alguien, superior, que pueda intervenir. No lo tiene, señala. Y procura hacer filosofía sobre si sé o no sé que es un call center, algo que nada tiene que ver con el “espíritu” de un reclamo que completa su cuarto día sin que alguien intervenga como corresponde.

¡Ah!. En una de las “charlas”, del otro lado del “tubo”, alguien acota que la Telefónica (¿de Argentina?) tiene muchos clientes y no da a vasto para atenderlos. ¡Habráse visto descaro!

En el call center de marras, el tal "JG", que no tiene número de legajo siquiera y tampoco jefe o supervisor que lo controle, seguirá respondiéndole, a otros ingenuos, cosas parecidas. Inimputable, claro. Tucumán; call center; respuestas que no lo son, y… ¿qué más?.

Un día de furia (¡oh, Francella!) o un cualquiera al borde de un ataque de nervios. ¡Qué importa!. Eso sí, habrá una encuesta, que se repetirá sin que nadie le preste atención después a su resultado. Y en este y similares casos, no es culpa del gobierno. ¡Stop!.

Nota del editor

Las normas de uso hacen que siempre se utilice la primera persona plural. Esta vez, obviamos la “rutina”. Imposible no “hablar” en primera persona singular. Cualquier similitud con otros casos no es mera casualidad.    

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