¡¡¡FELIZ DÍA, PERIODISTAS!!!

Por Eduardo Serralunga, desde Neuquén.

Vieja máquina de escribir (una Remington en
este caso). ¡Cuántas cuartillas escritas!. 
Tengo como "fecha fundacional" (concepto demasiado grande para mi pequeñez personal, pero es el que me sale ahora) de mi carrera como periodista el año 1979, cuando tenía apenas 13 años de edad. En esa época participaba del "consejo de redacción" del periódico "Voz Joven" del MJS (Movimiento Juvenil Salesiano). Para el periódico juvenil entrevisté, mano a mano, cara a cara, a los actores Osvaldo Terranova y Osvaldo Miranda, por entonces dos leyendas vivientes de la escena nacional. Y también le hice una nota a uno de los más grandes deportistas argentinos de todos los tiempos que, cuando habló conmigo era el mejor medioapertura del mundo del rugby, el inolvidable Hugo Porta, histórico capitán de Los Pumas. Escribí otras, muchas cosas en "Voz Joven", algo que nunca olvidaré.

Elegí el "violento oficio de escribir" (Rodolfo Walsh dixit) porque quería ser como mi papá. Nunca lo logré. Mi papá escribió -y lo sigue haciendo- diarios enteros él solo. Yo he escrito, a lo sumo un par de notas por día, cuando trabajé en la redacción de algún diario y los editores demandaban y uno tenía que cumplir.

Hice periodismo deportivo, político, judicial/policial. Siempre pensé que el periodismo es "la política a través de los medios". Uno hace periodismo -pienso, aún hoy, cuando hace mucho que no ejerzo "el oficio más hermoso del mundo" (G.G. Márquez dixit)- porque quiere contribuir a cambiar las cosas que no le gustan de la sociedad en que vivimos.

Flor de desafío me había planteado, máxime teniendo en cuenta que en los últimos años ni siquiera las partes más ominosas de mi propia vida he podido cambiar, escribiendo.

Mi papá me dio la primera oportunidad en la radio. Fue en LU26 Emisora Coronel Dorrego, donde hacíamos "Tiempo de Verano" trabajando todos los sábados, todo el día. Después, siempre de la mano de papá, y atendiendo los sabios consejos del chofer del móvil de LU3 -don Jesús Alaniz- recorría la ciudad de Bahía Blanca visitando los lugares en los que se hacía deporte. Fue una hermosa experiencia.

Después vino la época de Buenos Aires, el Co.Sal. y Splendid. con mi colaboración en la producción de "Patria Argentina", con Juan Luis Devoto, Gustavo Dante. Allí conocí a Leonardo Simmons, Silvio Soldán, Ernesto Lucero y Jorge Fernánddez Costa. También a Ariel Delgado, el locutor uruguayo de "hayyyyyy máaaaaas informaciooooones para eeeeste boletínnn".

Y bueno, me da mucho pudor reseñar una "carrera" trunca. Me suena al maratonista que se inscribe en una carrera para que le regalen la remera y habiendo abandonado a los 200 metros sale a exhibir su participación en... qué se yo..."el Maratón Adidas de... Santa Rosa de Calamuchita".

Dedico estas palabras a mi papá, periodista profesional (el periodista profesional es aquel que se juega la moneda con la que compra el pan de cada día en cada cosa que escribe o que dice, hoy también en los medios digitales que son los que "marcan agenda", como se estila decir) hace 57 años. A él le digo feliz día del periodista, papá.

Es todo cuanto puedo escribir, castigando el teclado de la PC como lo hacía cuando escribía en la Olivetti Lexicon 80 y sin hacer caso de quienes muchas veces me dijeron "vas a romper el teclado". Teclados rompí, muchos; lo que no pude romper fueron mis propias miserias y si no pude con ellas... ¡¡¡a quién se le ocurre que hubiera podido cambiar el mundo!!!.

Eduardo Serralunga

PD: Gracias, mamá, por tu tempranero llamado telefónico. Fuiste la única que se acordó que yo "soy periodista". ¿Y quién sino mamá?. ¡Gracias, gracias!.
    
Nota del editor

Este sábado (7), al que señalan como el Día del Periodista, llegaron muchos mensajes: por e-mail, sms, Facebook y llamados al celular.

Lo fueron de todo tipo: de los muy pocos amigos del periodismo; de instituciones privadas y de organismos oficiales. Cada quien sabe si realmente estaban dirigidos a mi; o si simplemente “desembarcaron” por figurar mi nombre en un largo “mailing”, que involucra a todos por igual.

A aquellos que los escribieron (o dijeron) con absoluta sinceridad y sabiendo para quién lo hacían, no hace falta siquiera que les responda. Saben que, merecedor o no de algunos términos, los he recibido como una caricia para el alma (un “mimo” le dicen ahora)- Desde aquí, los agradezco, infinitamente, porque son algo así como decirme que 57 años ejerciendo el mismo oficio no han pasado en vano.

Voy a particularizar en apuntar que me llegaron los mensajes de mis hijos. Ellos  y su mamá, mi esposa desde hace 49 años y un poco más, saben que mejor que nadie las desventuras que genera la tozudez de hacer periodismo todo una vida, privilegiando una conducta, aún a costa de provocar muy malos momentos desde el punto de vista económico. ¡Si lo habrán sufrido!... y que aún así, y a esta a altura, me deseen feliz día es lo más gratificante por haber elegido ese destino.

Si he publicado las palabras que anteceden a esto, escritas por Eduardo desde Neuquén, es porque, de entre todos, ha sido quien “pagó más las consecuencias”, ya que, siguiendo de alguna manera u otra mis pasos, sufrió como ninguno, en en esto del periodismo, la “portación de apellido”.

Que he escrito, sólo, no pocas ediciones de mis periódicos es, quizás, lo único cierto de la historia.


Hubiera querido, eso sí, que en el largo camino transcurrido, me acompañara al menos una porción de la capacidad de ellos, cada uno de los cinco, en el ejercicio de lo suyo. Y la templanza inigualable de su mamá. Todo lo demás, es casi una historia escrita como “de cajón”. Pero el periodismo tiene esas cosas, en las que el periodista está por encima del editor. De allí las consecuencias…

Nota del editor (2)
RECUERDOS PARA SER CONTADOS
Acabo de ilustrar la nota central del Día del Periodista con la imagen de una vieja máquina de escribir. Creo que es un “ejemplar” de la antiquísima Remington.
Ese mínimo detalle –imperceptible tal vez para quienes no han estado en el oficio– trae al recuerdo viejas historias, no sé si dignas de ser contadas.
Hubo un día del periodista que tuve que transcurrir en la caballeriza de la compañía comando del V Cuerpo de Ejército.
Corría el año 1962 y con “incipientes” 21 años cumplía eso que por décadas se llamó el SMO o lo que es igual, un “trabajo no rentado”, casi de tiempo completo.
Si las horas transcurridas lo hubieran sido para “servir a la Patria”, objetivo primordial nunca cumplido (y no por los soldados conscriptos, sino por los mandamases de turno, oficiales o sub), no habrían estado mal utilizados; todo lo contrario.
Ocurre que el sentimiento de Patria (¿Nación?; ¿República?) uno lo tuvo siempre entendido de otra manera, esa misma que hizo que los “chicos de la guerra”, en tiempos de Malvinas, ofrendaran su vida. Para nada, el servicio a quienes aprovechaban tener recursos humanos para hacer aquello que ellos no hacían…
Graciela Borges:
otros tiempos.
¿Pero, qué tiene que ver todo esto con el día del periodista?.
Aquella vez, la del ’62, me “arrestaron” porque la noche antes cumplí mi función de periodista, entrevistando a la entonces joven promesa del cine que era Gracfiela Borges, llegada a la ciudad para el “premiére” del film “Propiedad”.
Un “jefe militar” ordenó la sanción al día siguiente, porque “vestía de civil”, desarrollando mi trabajo como periodista. Una de las tantas “paparruchadas” de gente de ejército dedicada a joderle la vida a los más jóvenes.
Sólo la intervención de un compañero de tareas en la redacción del diario (Julio Isidro Pérez), hizo que “me liberaran” por algunas horas. Poco después, tuve que volver a “limpiar caballos” en el cuartel de Villa Floresta.
En el primer día hábil siguiente (lunes) me otorgaron una credencial que me permitía “vestir de civil” a la hora de ser periodista. ¿Ironía, no?.
Está demás decir que el reportaje a la después famosísima actriz (misma edad que la mía entonces y hoy en día; cumplirá 73 años el martes 10) se publicó varios días después. No había netbooks que permitieran elaborar el artículo y mandarlo con sólo un “clic” a la redacción.
"Gra", más cerca del presente.
Y todo esto, me surge a partir de la foto de la Remington que, dicen, sería (con ciertas dudas) la que usó Rodolfo Walsh. Si se sabe que Gabriel García Márquez utilizó una de esas antigüedades para escribir en “El Espectador” de Bogotá.
Permítase un evadirse del presente. Son nostalgias de un tiempo que se fue... 

Comentarios

  1. Los editores, los patrones, los empresarios, hoy -y que me perdone este señor al que han demonizado y yo ni conozco- "los Magnetto", Los periodistas -y como ello pongo como ejemplos a Gabriel García Márquez y a Rodolfo Walsh tenemos como única arma LA PALABRA. Walsh empuñó un arma de fuego cuando sabía que la gravedad -y LA VERDAD- de lo que denunciaba lo exponía al plomo de los años en que todo se resolvía a sangre y fuego. Y el periodisma/combatiente MURIÓ. Nosotros apenas sobrevivivimos; literalmente SOBREVIVIMOS. Y en los tiempos de GRIETAS profundas que aún subsisten en nuestra sociedad, no es poca cosa seguir VIVOS, proclamando, oportuna e inoportunamente, lo que PARA NOSOTROS es LA VERDAD. Gracias, papá, por este legado. Fdo. Eduardo Luis Serralunga.

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  2. Profundo orgullo de haber heredado la vocación de papá. Él, mi papá, no se imagina lo que para un hijo como yo -no hablo por mis hermanos- significa haber recibido dos mensajes (entre otros, como el de ser católico y donboscano) que marcaron a fuego mi existencia: llevar el periodismo en la vocación y la sangre amarilla y negra en las venas. Eso, ESO, no se cambia jamás. "¿Te das cuenta cuenta, Benjamín,-le dijo "Pablo Sandoval" Francella a "Espósito" Darín? El tipo puede cambiar de....de....TODO. Lo único que no puede cambiar es...LA PASIÓN". Fdo. Eduardo Serralunga.

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