LOS PRÓXIMOS PASOS DEL RADICALISMO
Siempre es un buen momento para recordar a los acontecimientos y a las personas que marcaron la historia de nuestro país. Hacerlo desde un clima de incertidumbre y dificultad, como el que estamos atravesando, nos da la posibilidad de mirar con otros ojos la actualidad. Sin lugar a dudas, el cumpleaños 40 de la democracia argentina es una gran oportunidad para pensar el futuro del país.
A primera vista
puede resultar paradójico. Desde un presente electoral adverso, que nos
encuentra afuera del balotaje para definir al próximo presidente, los radicales
evocamos el triunfo histórico del 30 de octubre 1983, que le dio al partido la
misión titánica de levantar los cimientos de la democracia que disfrutamos hoy.
El denominador
común de ambas situaciones —clave para entender cómo se posiciona el
radicalismo hoy— es el compromiso innegociable con la democracia y los
valores que respaldan nuestra propuesta. Asumimos con responsabilidad el lugar
que nos toca ocupar, escuchamos a la gente y nos hacemos cargo de nuestras
obligaciones.
No pretendo aquí
utilizar a Raúl Alfonsín para justificar decisiones actuales; extraer con
pinzas frases aisladas, licuar el contexto original y soltarlas en los debates
de hoy, no tiene ningún sentido. No es lo mismo rastrear la historia únicamente
con nostalgia que utilizarla como fuente de aprendizaje e inspiración. Una
lección que suele pasar desapercibida en la argumentación política.
Y si de
inspiración hablamos, no se me ocurre nada más justo y pertinente que valernos
del monumental ejemplo de Alfonsín para tomar fuerzas y nutrirnos de un lema
fundamental: hay futuro después del 19N y el radicalismo va a ser un actor
central en él. Orgánicamente, y como siempre, poniendo la cara frente a la sociedad,
estamos dando los pasos correspondientes para desempeñar con responsabilidad el
papel que las urnas nos asignaron.
En el período
2023-2027 el sistema democrático demandará equilibrio. Para lograrlo hace falta
una oposición que reúna cinco atributos: peso territorial, destreza
legislativa, liderazgos convocantes, vocación de poder y autocrítica. La única
fuerza política capaz de articular una coalición republicana a la altura de
esas exigencias es la Unión Cívica Radical. Plenamente conscientes de dónde
estamos, y del proceso de reconstrucción que debemos encarar, nos pronunciamos
neutrales ante la segunda vuelta.
Frente a un
escenario donde ninguno de los candidatos representa los valores y el programa
que impulsamos, a la sociedad argentina le ofrecemos lo mejor que tenemos:
institucionalidad, coherencia y futuro. El mapa político está cambiando, es
cierto; el modelo de dos grandes coaliciones dominantes que nació en 2015 ya no
existe. Pero aún en este clima de incertidumbre hay una fija: el radicalismo
será siempre oposición al populismo y al extremismo.
Tal como hizo
Alfonsín —quizás mejor que nadie— el desafío es entender el tiempo
que estamos viviendo para construir un futuro más justo y próspero. En esa
dinámica están el radicalismo y los gobernadores de Juntos por el Cambio. Así
como en esta campaña hubo errores de estrategia y comunicación, estoy
convencida que los frutos de este posicionamiento se verán más adelante, cuando
sigamos avanzando hacia un nuevo proyecto de gobierno.
Alejandra Lordén
Diputada
Provincial
Presidente Fundación Poder BA
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