UNIÓN CÍVICA RADICAL: 130 AÑOS DE UNA FECUNDA HISTORIA DEMOCRÁTICA Y REPUBLICANA

 


Por Diego Rovella. 

La Unión Cívica Radical nació a la vida política argentina un 26 de junio de 1891. Es en la actualidad uno de los partidos más antiguos en vigencia de Latinoamérica. Fundado por Leandro N. Alem irrumpió como el primer partido político moderno del país. 

Cuando hablamos de la UCR hablamos de libertad y de igualdad, de educación y cultura del trabajo, de una lucha permanente por los excluidos. 

Somos el partido de las libertades públicas, la Constitución y la democracia, con la clara premisa de rechazar cualquier régimen autoritario.

Somos hacedores del sufragio universal y protagonistas de la lucha por las causas de las mayorías populares. Nuestros valores y convicciones fueron, son y serán siempre innegociables. “No importa quién lleve el palo, porque lo importante es la bandera”…

Artífice de la democracia liberal, la UCR se caracterizó por la defensa de las clases medias bajas argentinas desde la época de la inmigración.

La defensa de “las causas de los desposeídos”, tal cual lo manifestara el propio Alem, marcaron a fuego a un partido político que jamás arrió esas banderas ni dejó de lado los valores republicanos de libertad e igualdad.

Uno de los acontecimientos más emblemáticos del siglo XX en nuestro devenir estuvo indisolublemente ligado a la presidencia de Yrigoyen y a uno de los tópicos más importantes para el radicalismo a través de toda su historia: la educación.

Nos referimos, claro está, a la Reforma Universitaria de 1918, que determinó un sistema de cogobierno por parte de estudiantes, graduados y docentes de las universidades públicas; la implementación de los cargos por concurso; y el surgimiento de una universidad gratuita y laica. 

Cada vez que fue requerida su intervención por los reformistas, Yrigoyen acompañó, sostuvo y alentó ese movimiento. El ”gobierno de Yrigoyen” apoyó decididamente la “Reforma” y colaboró para que se extendiera por el país.

En este contexto, hay que recordar que la UCR ha sido el partido impulsor del uso del guardapolvo blanco, como una medida igualadora para todos los educandos. 1920 fue el año en que se cumplió este objetivo.

Por otro lado, es señera la postura del gobierno desarrollada por el presidente Yrigoyen en relación con la política exterior de nuestro país.

En 1918 y ante todos los acontecimientos devenidos de la guerra mundial, tal situación es considerada como “una situación anormal”, habida cuenta de que para Yrigoyen, la paz y la armonía son los valores fundamentales que marcan las relaciones entre las naciones y no la guerra. Es entonces que su posición de neutralidad y no intervención en los asuntos de terceros países, se conforma como doctrina e ideal de relación con el mundo.


Avanzando el siglo veinte la U.C.R. fue una protagonista indiscutible en Argentina. Desde la militancia contra el fraude y la abstención revolucionaria, hasta ser un partido con un crecimiento parlamentario sólido, con gobernaciones e intendencias en todo el país, el radicalismo se fue consolidando como un actor indisolublemente ligado al desarrollo de la política nacional.

Fue así que en el año 1963 asume la presidencia de la nación Arturo Illia, cuyo nombre es ya sinónimo de honestidad, gestión eficiente, defensa de los intereses nacionales, protección de los derechos individuales, cuidado de la industria nacional, de la producción, de la cultura y, especialmente, de la educación, siendo su gobierno el que mayor porcentaje del PBI destinó a este rubro.

En los años ochenta llega a la escena nacional Raúl Alfonsín. Su compromiso y voluntad para trabajar en el restablecimiento de una democracia deteriorada y carcomida por los corruptos de la dictadura y sus socios, su incansable lucha en pos de la defensa de los derechos humanos, su convicción sin fisuras para plantarse ante el mundo y sus injusticias y tantas otras muestras del carácter popular y de respeto absoluto por el derecho, tienen su corolario al enjuiciar a los dictadores y sus acólitos que aún estaban en ciernes, armados y acechantes.

Nadie en ningún lugar de la tierra y en ninguna época dio una muestra de convicción y coraje cívico más grande.

La historia argentina nos ha visto instaurar para siempre hitos fundamentales de la vida política, que tienen que ver con la inclaudicable defensa de los derechos sociales buscando la dignidad humana por sobre todas las cosas.

Desde la UCR surgió el primer proyecto de ley para permitir el voto femenino, fue la creadora del descanso dominical y la jornada laboral de ocho horas, e ideóloga y propulsora del Artículo 14 bis de la Constitución Nacional redactado por Crisólogo Larralde, que incluye por primera vez el derecho a huelga, no previsto anteriormente.

Hacer una reseña profunda de 130 años historia del radicalismo nos llevaría a hablar del constante fortalecimiento de la educación, de la nacionalización de los recursos que tienen que ver con la energía, la producción social de medicamentos, el acceso a una vivienda digna, la explotación racional de la tierra y la necesidad imperiosa de una fuerte integración con los países de la región en todos los aspectos, integración que se hace relevante desde una perspectiva económica, social y cultural a una defensa irrestricta de la democracia y el pueblo.

Hoy la Unión Cívica Radical quiere ser la verdadera protagonista de una transformación inevitable, impostergable, compartiendo una coalición, programática y electoral, que se ha propuesto resistir y rechazar metodologías autoritarias que en muchas cuestiones ponen en evidencia un notable atropello a las instituciones y a la división de poderes, algo inadmisible en una democracia republicana.

El futuro es cosa de todos. Nos queda por construir ese futuro. Como siempre con todos los que crean en valores, con todos los que profesen una ideología humanista, de respeto por la persona y sus derechos, que quiera contribuir al establecimiento de un orden de cosas que nos contenga a todos, que nos respete a todos, en donde la igualdad y la dignidad sean dos pilares que, incólumes, sostengan la confianza y esperanza de toda la ciudadanía.

Por fin, en esta instancia que ya se viene, nuevamente vamos a poner a nuestras mejores mujeres y nuestros mejores hombres al servicio de esa ciudadanía.

La UCR llevará sus propios candidatos. Nuestra fuerza es el voto de cada argentino, del votante de cada rincón de nuestra provincia y del país.

Nuestra convicción es nuestra fuerza y la voluntad popular nuestra guía. Ésta es la única manera de construir futuro con las herramientas de la democracia, de la Constitución, con respeto por el otro y la disidencia.

Todos somos necesarios para construir el futuro.

Con todos, juntos, es de la única manera en que podamos plasmar ese futuro, un futuro que nos incluya a todos sin diferencias de ninguna especie, con paz y armonía. Pero esta paz es a la que llegamos por la vía de una convivencia, con diferencias, contrapuntos y hasta rispideces.

La U.C.R. hará honor, una vez más, a su historia y compromiso ciudadano.

La U.C.R., nuevamente, estará del lado del pueblo.



     Diego Rovella es profesor de Historia; diputado provincial de la UCR/Juntos por el Cambio; y presidente de la Junta Central de la Unión Cívica Radical de la ciudad de La Plata.

Fuente: ADNbaires.

Nota del editor

Andaba, en la mañana de este sábado (26), buscando infructuosamente (las herramientas tecnológicas, como lo que son, también en lo digital suelen tener sus “momentos”) ciertos datos, hasta abandonar la tarea, pues internet por un lado y el equipo por otro, se empeñaban en negarme la posibilidad de encontrar algún punto de referencia.

Fue casi al atardecer, intentado reanudar la tarea, que “apareció” la nota de Diego Rovella, distribuida por la agencia ADNbaires, que vino como anillo al dedo para recordar los 130 años que está cumpliendo la Unión Cívica Radical en esta jornada.

En realidad, ese verdadero hito de la historia política nacional, “merecía” un testimonio así, sobreponiéndose a las alternativas desfavorables que signaron las desventuras de los gobiernos radicales de los que puedo tener memoria: aquel de Hipólito Yrigoyen, del que tuve alguna noción por relatos (porque no había nacido aun); el de décadas después, ya con algún conocimiento de causa, como fue el de Arturo Humberto Illia (recuerdo alguna cobertura hecha y referida a la inauguración del puente de Paso Córdova, en Río Negro, para suplir el sistema de balsas utilizado con anterioridad); el de Raúl Ricardo Alfonsín (tras el retorno de la democracia en 1983); y el olvidable de Fernando De la Rúa (y su alianza, que sucumbió en el 2001).

Aun así la nota de Rovella reverdeció algunos momentos vividos antes de iniciar mi carrera periodística que ya entró en su año 65 el mes pasado.

Hay algún hecho coincidente en ciertas fechas, cuya evocación va nublándose: corría la mitad, o un poco menos, de los años ’50, cuando acompañaba a mi abuelo materno – Juan Antonio Ballesteros – al histórico recinto de la Unión Cívica Radical de Bahía Blanca, en Donado 354, porque él participaba de reuniones políticas allí, fiel a su condición de auténtico correlegionario.

Y el recuerdo de aquellos momentos tiene mucho que ver: el 28 de junio de 1956, cuando yo borroneaba las primeras notas (deportivas) para el vespertino “Democracia” de aquellos tiempos, él se iba de este mundo, tras su largo peregrinaje por toda la región, en su condición de propietario de uno de los “escritorios” (de réditos, se les llamaba) que hizo historia en Roca 86. Rara casualidad, o no tanto, porque avanzando los años, cotidianamente anduve por los mismos lugares (Tornquist, Villarino y Coronel Pringles, entre ellos), donde él fue muy conocido y valorado, como así a los tíos, radicales también ellos, que tengo en la memoria. 

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