SE CELEBRARON LAS FIESTAS PATRONALES DE SAN LUIS GONZAGA
A los 80 años de la creación de la parroquia.
BAHÍA BLANCA (AICA).-
El arzobispo de Bahía Blanca, monseñor fray Carlos Arzpíroz Costa OP, presidió
la fiesta patronal de San Luis Gonzaga y el 80 aniversario fundacional de la
parroquia.
El domingo (21),
monseñor fray Carlos Arzpiroz Costa, OP, arzobispo de Bahía Blanca, presidió la
misa de la memoria de San Luis Gonzaga en la parroquia homónima de la
ciudad que, además, celebró sus 80 años de fundación. Fue acompañado por el
párroco de la comunidad, presbítero Juan Francisco Palacio Micheletto.
Durante su
homilía, el prelado se refirió a la situación mundial: “Qué difícil es
comprender la providencia de Dios, de ese Dios que ve, prevé y provee”, y
mencionó que “hoy como ayer hay persecuciones, no importa en qué modo”.
Por eso resaltó
la tarea del misionero, que “sabe que es enviado entre los demás, sabe que
experimenta miedo, pero confía en el Señor que le dice: ‘No tengas miedo’. Y confía,
tiene que buscar fortaleza en Él”.
Más adelante, hizo
mención del misionero que está llamado a “enviar a otros”, es decir,
“empecemos a mirarnos unos a otros”, dijo a la comunidad. “El coraje se
sostiene con la certeza de la cruz de Cristo y su resurrección, y que a los
hombres nada pueden hacernos porque no pueden matar el alma. Es un coraje que
nace de la fuente de la verdad: amar a Cristo desde la condición que nos hace
vivir”, aseguró.
Monseñor Azpiroz
Costa animó a la comunidad: “Queremos servir a Dios y estar al servicio, amar
la verdad y a las personas”. Pero indicó que para realizar el servicio donde
Dios nos quiere, “hay que tener discernimiento. Hace falta valentía y fortaleza
para enfrentar las cosas de la vida”. Y, sobre todo, “darse cuenta de que es
necesario salir de uno mismo para ir a los demás”.
De tal modo,
señaló las actitudes principales de servicio: “Amor a los pobres y amor a los
hombres, abrazar la humanidad. No sólo como actividad exterior sino como un
deseo íntimo de entrega de sí, en definitiva haciéndonos dignos”.
El prelado
rescató la actividad solidaria de los jóvenes durante el tiempo de pandemia:
“Qué alegría ver a tantos jóvenes por la noche en el servicio a los más
vulnerables”.
Antes de
concluir, mencionó las dimensiones fundamentales de una parroquia e invitó a la
comunidad de San Luis Gonzaga a seguir el ejemplo: “La parroquia debe ser punto
de comunión, debe facilitar las relaciones sociales y las vivencias
comunitarias. Es escuela de testimonio, que significa proclamar la fe,
trasmitirla, dar a conocer el mensaje de Cristo, dar catequesis y un
ejemplo de la propia vida”.
“Es escuela de
servicio, es decir, construcción del Reino, responsabilidad social, compromiso
concreto, gradual y estable, especialmente con los pobres”, mencionó, y como
última dimensión, dijo: “Es escuela de liturgia, de celebración, porque la fe
comienza y termina en la celebración. Oración personal, comunitaria, vivencia
eclesial de los sacramento, fuente de compromiso”.
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