TRAS EL VIA CRUCIS, EL PAPA RECORDÓ A LAS PERSONAS ABANDONADAS
Roma, 18 de abril (Télam).- El
Papa Francisco presidió hoy su segundo Vía Crucis, desde su asunción en marzo
del año pasado, del que participaron al menos 40.000 personas en el Coliseo
Romano, donde pronunció un breve discurso en el que pidió recordar a "las personas
abandonadas".
"Guíanos Jesús de la cruz a la resurrección. Enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón. Recordemos a los enfermos, a las personas abandonadas para que encuentren bajo la cruz la fuerza de la esperanza", proclamó Bergoglio en un discurso de apenas cuatro minutos que no estaba previsto, reprodujo la agencia de noticias EFE.
Con la señal de la cruz,
seguida de la introducción leída a través de un altavoz, el Sumo Pontífice, que
vistió una bata blanca, dio inicio al rito tradicional del Viernes Santo en la liturgia
cristiana.
El Vía Crucis rememora el
camino de Cristo hacia su crucifixión y se desarrolla en el célebre Anfiteatro
Flavio desde la década de 1970 por deseo de Pablo VI, que recuperó esta tradición
que data del medioevo y que fue abandonada con el paso del tiempo.
En la ceremonia, la cruz,
portada por diferentes personas que se la van cambiando de manos, recorre el
Coliseo, del que sale para pasar frente al Arco de Trajano y para llegar,
finalmente, al Palatino, donde la espera el Papa.
En ese recorrido, la cruz se
detiene en catorce ocasiones para leer las meditaciones, que narran el camino
de Cristo hacia su muerte y que este año el papa Francisco encargó a monseñor Giancarlo
Maria Bregantini, quien le dio un marcado cariz social, como el hecho de que
los encargados de portar la cruz fueron inmigrantes, adictos, personas en
situación de calle, enfermos y niños.
Así Bregantini, pidió que se
acepte "la fragilidad de los otros" y también "que no haya
indiferencia hacia los caídos".
Es necesario "no cerrar
la puerta a quien golpea la de nuestras casas, pidiendo asilo, dignidad y
patria", destacó en su rezo, al que sumó: "Conscientes de nuestra
fragilidad, aceptaremos la fragilidad del inmigrante", aseveró.
Los textos también se
refirieron al dolor "de todas las madres por sus hijos lejos", por
los "jóvenes condenados a muerte, asesinados o que partieron para la
guerra, especialmente los niños soldados".
En sus meditaciones,
Bregantini también hizo referencia a las víctimas de violencia de género:
"Lloramos por aquellos hombres que descargan sobre las mujeres la
violencia que tienen dentro. Lloramos por las mujeres esclavizadas por el miedo
y la explotación".
"Pero no alcanza sólo con
golpearse el pecho y con sentir compasión. Jesús es más exigente. Las mujeres
deben estar tranquilas, deben ser amadas como un don inviolable para toda la humanidad",
aseveró.
En las meditaciones,
Bregantini dedicó la novena estación a los enfermos y la décima a los niños
cuya dignidad es "violada" en ocasiones y a quienes se les reconoce,
según el purpurado, en el Jesús torturado.
Luego la cruz llegó de manos
del vicario de Roma, Agostino Vallini, que se la presentó al Papa, que la
esperaba sentado, rezando y ataviado con un largo abrigo blanco.
Antes, el Papa argentino
presidió en la Basílica
de San Pedro la ceremonia de la
Pasión de Cristo sin pronunciar catequesis alguna.
Mañana presidirá la Vigilia Pascual , uno de los
actos principales de la celebración de la Semana Santa y previo
al Domingo de Resurrección.
PALABRAS DE FRANCISCO
“Dios puso en la Cruz de Jesús todo el peso de nuestros
pecados, todas las injusticias perpetradas por todo Caín contra su hermano,
toda la amargura de la traición de Judas y de Pedro, toda la vanidad de los
prepotentes, toda la arrogancia de los falsos amigos.
Era una cruz pesada, como la noche de las personas
abandonadas, pesada como la muerte de las personas queridas, pesada porque
resume toda la fealdad del mal. Y sin embargo es con todo una cruz gloriosa,
como el alba de una noche larga, porque representa todo el amor de Dios, que es
más grande que nuestras iniquidades y que nuestras traiciones.
En la cruz vemos la monstruosidad del hombre cuando se
deja guiar por el mal, pero vemos también la inmensidad de la misericordia de
Dios, que no nos trata según nuestros pecados, sino según su
misericordia.
Ante la cruz de Jesús vemos, casi hasta tocar con las
manos, cuánto somos amados eternamente, ante la cruz nos sentimos hijos y no
cosas, u objetos, como lo afirmaba san Gregorio Nacianceno, dirigiéndose a
Cristo con esta oración:
Si no existieras tú, mi Cristo, me sentiría criatura
acabada, he nacido y me siento disolver, como duermo descanso y camino, me
enfermo y curo, me asaltan sin número los tormentos, gozo del sol y de cuanto
fructifica la tierra, después muero y la carne se convierte en polvo como la de
los animales, que no tienen pecados.
Pero yo ¿qué tengo más que ellos? Nada sino Dios, si no
existieras tu oh Cristo mío, me sentiría criatura acabada.
¡Oh Jesús, guíanos desde la cruz hasta la resurrección, y
enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia
y el perdón!.
¡Oh Cristo, ayudamos a exclamar nuevamente: ayer estaba
crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con Él. Ayer había muerto con Él,
hoy estoy vivo con Él. Ayer estaba sepultado con Él, hoy he resucitado con
Él!.
Finalmente todos juntos, recordemos a los enfermos,
recordemos a todas las personas abandonadas bajo el peso de la cruz, para que
encuentren en la prueba de la cruz la fuerza de la esperanza, de la esperanza
de la resurrección y del amor de Dios.”
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